Un día, una tortuga nadaba tranquilamente por el océano cuando un pez globo se acercó a ella, inflado y desafiante.

—¡Eh, tú! —le dijo el pez globo—. ¿Por qué nadas tan despacio? Si fueras tan ágil como yo, podrías esquivar a los depredadores con facilidad.
La tortuga, conocida por su paciencia, respondió calmadamente:
—Tal vez tengas razón, pero prefiero ir despacio y con firmeza a tener que inflarme con tanta arrogancia.

El pez globo, ofendido, comenzó a nadar alrededor de la tortuga, inflándose aún más para intimidarla. Sin embargo, tanto se infló que perdió el equilibrio y terminó atrapado entre unas rocas.
La tortuga, al verlo atrapado, se acercó con serenidad y le dijo:
—Inflarse demasiado puede hacer que pierdas la perspectiva. A veces, avanzar despacio pero seguro es la mejor estrategia.
La tortuga siguió su camino mientras el pez globo luchaba por liberarse.
Moraleja: La paciencia y la humildad nos permiten avanzar con seguridad, mientras que el exceso de orgullo puede atraparnos en situaciones problemáticas.