En un tranquilo bosque, vivía una zorra que era conocida por su astucia e ingenio. Un día, mientras exploraba el bosque en busca de comida, encontró una madriguera abandonada llena de bellotas. «¡Ah! Podría cambiar estas bellotas por algo más delicioso«, pensó la zorra.

Cerca de allí, un búho anciano observaba desde su árbol. Conocía bien a la zorra y sabía que, aunque astuta, su deseo de ganar más a menudo la metía en problemas.
La zorra recogió todas las bellotas y decidió dirigirse a la guarida de un tejón, quien era conocido por su amor por las bellotas.
—¡Tejón! —gritó la zorra desde fuera de la guarida—. Tengo una gran cantidad de bellotas deliciosas. ¿Te gustaría cambiarlas por un poco de miel que tienes?

El tejón miró desde su guarida, desconfiado de la zorra. Sabía que era conocida por sus artimañas, pero la tentación era grande.
—Mmm, muy bien, zorra, intercambiemos. Aquí tienes un tarro de miel.
Satisfecha con su trato, la zorra se marchó, pensando en su astucia. Sin embargo, al abrir el tarro de miel, descubrió que estaba lleno de agua con unas pocas gotas de miel en la superficie. El tejón la había engañado.
Humillada, la zorra corrió hacia el árbol del búho.
—Búho, tú eres sabio. ¿Cómo pudo el tejón engañarme así?

El búho, con calma, contestó:
—Querida zorra, cuando uno se vale solo de la astucia para ganar, puede ser superado por alguien igual de astuto. Tal vez es hora de aprender a ser sincera y ganar con honestidad.
La zorra, avergonzada, comprendió la lección. Desde entonces, trabajó con honestidad y aprendió a compartir con los demás.
Moraleja: Aquellos que buscan ganar solo con astucia a menudo encuentran que el engaño también puede volverse contra ellos. La honestidad y la generosidad conducen a relaciones más fructíferas y duraderas.